A pesar de todas las discusiones acaloradas que se han desarrollado en los foros del continente en los últimos años, Europa aún no tiene una visión común de lo que tiene que ser un régimen reglamentario sobre la neutralidad de la Red.
Todo, por las dificultades de entendimiento de los actores comprometidos en este tema. Se trata de visiones encontradas, las de los que son contrarios a la neutralidad en la Red que creen que las disposiciones legales podrán ahogar las inversiones en el sector de las telecomunicaciones europeo.
Las de los que defienden la neutralidad en la Red que prefieren hablar del riesgo que supone no sólo no regular el mercado de las telecomunicaciones, sino no hacer nada por defender los intereses públicos en materia de comunicación.
Punto medio
Un punto de vista intermedio (inteligente) para superar esta situación sería adoptar una neutralidad en la Red basada en una ‘legislación blanda’ en la que se dejara actuar a los operadores de comunicaciones y optar porque las instituciones se mantengan como reguladores eficientes de los intereses comunes, algo así como adoptar una política del palo y de la zanahoria.
Por otro lado, resulta interesante significar que algunos de los aspectos básicos de la filosofía de la neutralidad en la Red ya están recogidos en diferentes legislaciones de la Unión Europea y de los países que pertenecen a ella, como son los casos de temas como los de la competencia, la privacidad o los de los derechos y las libertades.
A vueltas de todo esto, resulta cada vez más claro que el tema de la neutralidad en la Red no dejará de formar parte de la agenda de los actores europeos en las comunicaciones en los próximos años. Temas relacionados según los puntos de vista, con la libertad empresarial, el desarrollo de la técnica y de las comunicaciones y hasta con los derechos humanos (en su versión digital).