Hoy en día el uso de de software privativo está tan extendido que a veces nos olvidamos que existen soluciones de software libre que pueden resultar tan efectivas como sus homónimas comerciales.
Las empresas necesitan del software para el desempeño de su actividad, empezando por el sistema operativo de sus equipos informáticos, el pilar fundamental para el correcto funcionamiento de los mismos. Si de sistemas operativos hablamos es cierto que encontramos pocas opciones en el mercado, siendo Windows y Mac las dos grandes distribuciones predominantes en este sector de la tecnología.
El uso de uno u otro de estos sistemas operativos puede comprometer las relaciones de la empresa con clientes y proveedores, dado que al tratarse de
distribuciones privativas tienen en su propiedad una serie de paquetes de software y formatos exclusivos ¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo, pueden existir ciertas incompatibilidades si proveedor, empresa o clientes no hacen uso de software de la misma marca. Algo que sin duda compromete a la neutralidad tecnológica, un término acuñado recientemente que defiende una convergencia hacia el uso de una tecnología global, sin restricciones y compatible con todos los usuarios.
Es entonces cuando entran en escena las distribuciones basadas en Linux, una solución de neutralidad y que además suprime los costes derivados del software en la empresa. Así es, una de las ventajas asociadas al software libre es la supresión de cualquier coste económico para el usuario. No hace falta decir las ventajas que esto supone en empresas de gran tamaño, donde un gran número de equipos informáticos implica un elevado coste económico.
Pero si por algo resulta ventajoso el uso de distribuciones Linux, como el caso de Debian o Ubuntu, es por su aporte a la neutralidad tecnológica. Ambas distribuciones se caracterizan por ofrecer una mayor compatibilidad con el software propietario, es decir, propiedad de una marca o empresa, algo que sin duda beneficia a cualquier empresa.